ESTRUCTURA DEL AREA H,G y E : TERCERO

FORMACION CIUDADANA Y CIVICA SEGUNDO

 

 

FUNDAMENTACION DEL AREA

HISTORIA, GEOGRAFIA Y ECONOMIA

 

ESTRUCTURA DE CONTENIDOS DEL TERCER GRADO

HISTORIA DEL PERÚ EN EL CONTEXTO MUNDIAL

El mundo de la Edad Moderna

* Formación y desarrollo de los modernos Estados europeos.

* Situación de Asia, África y Oceanía en los siglos XVI-XVIII.

Perú y América Colonial

* Economía, sociedad, política y cultura en el Perú y América Colonial en los siglos XVII-XVIII.

Europa, América y el Perú hasta inicios del siglo XVIII

* Separación política de América de España.

* Ilustración americana e ideario separatista.

* Rebeliones internas en el Perú. Crisis española, Juntas de Gobierno y Cortes de Cádiz.

* Movimientos continentales y la independencia del Perú.

 

ESPACIO GEOGRÁFI CO, SOCIEDAD Y ECONOMÍA

Calidad Ambiental

* Principales ecosistemas en el mundo y desarrollo sostenible.

* Fenómenos y desastres. Impacto socioeconómico.

* Depredación, contaminación, desertificación y calentamiento.

Calidad de Vida

* Países, capitales y sus principales ciudades en los cinco continentes.

* Población y calidad de vida. Estudio de casos en los cinco continentes.

* Población y migraciones.

* Recursos, productos e intercambios comerciales. Estudio de casos en los cinco continentes.

Desarrollo y Economía

* Patrones culturales en el Perú. Desarrollo de una cultura favorable al desarrollo sostenido.

* El Banco Central de Reserva.

* Fronteras, integración regional y convenios de cooperación latinoamericanos.

* Modelos de desarrollo de economías y estados: Unión Europea, Comunidad Andina, Tratados de Libre Comercio y Acuerdos Comerciales.

* Globalización de la economía. Relaciones Norte-Sur.

 

 

miércoles, 23 de septiembre de 2009

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lunes, 7 de septiembre de 2009

VIRREINATOS – ORGANIZACIÓN TERRITORIAL



1. VIRREINATOS – ORGANIZACIÓN TERRITORIAL.


El virreinato constituyó la máxima expresión territorial y político-administrativa que existió en la América española y estuvo destinado a garantizar el dominio y la autoridad de la monarquía peninsular sobre las tierras recientemente descubiertas.

El primer virreinato otorgado en América recayó en don Cristóbal Colón como parte de las concesiones que la Corona le hizo en las Capitulaciones de Santa Fe, antes de iniciar su primer viaje rumbo a las Indias. Sin embargo, el virreinato colombino fue de corta duración, extinguiéndose definitivamente en 1536. En cambio, se establecieron en 1535 y 1543, los dos grandes virreinatos de Nueva España y del Perú, unidades que subsistieron durante todo el período colonial.

El virreinato estuvo encabezado por la figura del virrey, representante personal y especie de alter ego ("el otro yo") del monarca en las Indias. En los primeros tiempos el nombramiento de virrey se hacía de por vida, luego dicho mandato se limitó a tres años y más tarde se extendió gradualmente hasta los cinco años.

El virrey, además, pertenecía a la nobleza española cercana al monarca y ejerció la autoridad suprema dentro de su jurisdicción indiana. Fue el jefe civil y militar dentro de su unidad administrativa, dependiendo de él también la justicia, el tesoro y los aspectos seculares del gobierno eclesiástico.

Así, el oficio de virrey incorporó a un nivel superior todas las funciones de los gobernadores: atribuciones de gobierno (siempre se le designó virrey e gobernador), militares (fueron invariablemente capitanes generales), hacendísticas (ordenadores del pago del erario, más tarde titulados superintendentes de la real hacienda) y judiciales (fueron presidentes de la Audiencia en la ciudad en que residían, con jurisdicción disciplinaria sobre los oidores, pero sin intervenir en pleitos y sentencias, por no ser siempre letrados).

Este funcionario igualmente estaba encargado de la conservación y aumento de las rentas reales y nombraba a la mayoría de los funcionarios coloniales menores, laicos y eclesiásticos. Entendía en primera instancia en todos los pleitos referentes a los indígenas. También reasignaba las encomiendas vacantes, práctica ésta que dio lugar a muchos celos y discordias.

1.2. El virreinato de Nueva España

Consumada la caída del imperio azteca a manos de Hernán Cortés y enfrentados los españoles a la inmensidad de sus nuevos dominios, en 1535 fue establecido el virreinato de Nueva España. Su territorio abarcó una gran extensión cuyo centro natural sería el valle de México. Sobre los cimientos de la monumental Tenochtitlan se erigió la ciudad de México, sede de la corte virreinal durante todo el período colonial. El primer virrey fue don Antonio de Mendoza, conde de Tendilla.

Los límites del virreinato comprendieron, por el sur, toda la América Central (Guatemala, El Salvador, Nicaragua, Honduras y Costa Rica), salvo la gobernación de Castilla de Oro con la estratégica ciudad de Panamá. Por el este, incluyó al golfo de México y al mar de las Antillas. Sin embargo, el territorio isleño compuesto por las pequeñas y grandes Antillas (Cuba, Santo Domingo y Puerto Rico entre otras), no formó parte de Nueva España, constituyendo gobernaciones independientes.

Al norte, la frontera del virreinato fue avanzando gradualmente y a medida que las huestes españolas doblegaban la resistencia que oponían los temidos pueblos chichimecas. La jurisdicción de Nueva España incluyó, finalmente, gran parte de la zona occidental de los actuales estados de California, Texas, Nuevo México, Arizona, Utah, Nevada y parte de Colorado, pertenecientes a Estados Unidos desde 1848. Hacia el oeste Nueva España limitaba con el Océano Pacífico hasta que se le agregó la administración de las Islas Filipinas, conquistadas en 1564 por la expedición de López de Legazpi.

La población de Nueva España sufrió altibajos a lo largo de todo el período colonial, siendo muy difícil determinar con exactitud su número. Diversos investigadores de la demografía americana han publicado cifras de población muy disímiles, debido a la escasez y poca confiabilidad en los censos y en las fuentes sobre población regional americana. El cuadro que presentamos a continuación, con datos tomados de la Historia social y económica de España y América dirigida por J.Vicens-Vives, nos parece uno de los más completos para captar las principales tendencias demográficas de la época.

Cuadro de la población del virreinato de Nueva España y de las Antillas


s.XVI (1570)

s. XVII (1650)

fines s. XVIII

México

3.555.000

3.800.000

5.837.100

Centroamérica

575.000

650.000

870.200

Antillas

85.650

614.000

950.000

Total:

4.215.650

5.064.000

7.657.300

En la segunda mitad del siglo XVI, el virreinato de Nueva España empeñado en la consolidación de sus fronteras y la búsqueda de recursos mineros y agropecuarios, allanó el camino a su futura preeminencia dentro del mundo colonial. En efecto, tras un siglo XVII caracterizado por altibajos económicos que afectaron tanto a la metrópoli como a sus colonias, México se convirtió, a partir de las primeras décadas del siglo XVIII, en la unidad política hegemónica de ultramar, superando al virreinato del Perú.

1.3. El Virreinato del Perú

Mientras los españoles afianzaban su posición en las tierras del Incario y los nativos, liderados por Manco Inca, se refugiaban en Vilcabamba, convertido en eje de la resistencia a los invasores, en 1542 fue creado por orden real el virreinato del Perú. La ciudad de Lima fue la sede del gobierno virreinal y acogió el 15 de mayo de 1544 al primer virrey del Perú, Blasco Núñez de Vela. La tarea de este funcionario chocó con los intereses de los encomenderos que, encabezados por Gonzalo Pizarro, se habían alzado en el Cuzco contra las Leyes Nuevas. La guerra civil costó la vida al flamante virrey y sólo a partir de 1555 (mandato de Andrés Hurtado de Mendoza) el Perú comenzó a vivir una etapa de mayor tranquilidad y prosperidad.

La nueva unidad política era más extensa en superficie que el virreinato de México. Abarcaba todo el continente sudamericano, excepto el Brasil portugués, las Guayanas y la costa del Caribe en Venezuela.

El ámbito del virreinato del Perú incluyó, en principio, la mayoría de las gobernaciones suramericanas. No obstante, el poder directo del virrey se manifestó sobre Lima, Charcas y Quito, pues éstas no tenían gobernador político. Mientras tanto, Panamá, Chile y el Río de la Plata eran territorios regidos por presidentes-gobernadores (autoridad máxima de una gobernación que cuenta con una Real Audiencia), que además eran capitanes generales, por tratarse de tierras de guerra. En consecuencia, actuaban con plena autonomía política dentro de la esfera del virreinato.

Cuadro de la población de América del Sur


s.XVI (1570)

s.XVII (1650)

fines s.XVIII

Colombia, Ecuador y Venezuela

1.548.500

1.700.000

2.150.678

Perú

1.585.000

1.600.000

1.400.000

Bolivia

737.000

850.000

800.000

Chile

620.000

550.000

522.658

Paraguay

258.000

250.000

97.480

Argentina

306.000

340.000

400.000

Uruguay

5.000

5.000

30.658

Indígenas misionados o independientes



1.566.465

Total:

5.059.500

5.295.000

6.967.939

Quizás una de las particularidades más significativas del Perú estuvo en la temprana explotación de los metales preciosos, cuyo centro más importante fue el cerro rico de Potosí, descubierto por los españoles en 1545. Estas riquezas permitieron a Lima un amplio predominio en América que, sin embargo, después del auge indiscutido del siglo XVI y parte del XVII, declinó y atravesó por un período de decadencia en el transcurso del último siglo colonial.

Finalmente, a lo largo del siglo XVIII, el virreinato del Perú sufrió un paulatino desmembramiento territorial que dio origen a los virreinatos de Nueva Granada y del Río de la Plata.

1.4. El Virreinato de Nueva Granada

El 29 de mayo de 1717 se instituyó el virreinato de Nueva Granada, suprimido en 1723 y restablecido definitivamente el año 1739. Su capital fue Santa Fe de Bogotá con jurisdicción sobre los territorios actuales correspondientes a Venezuela, Colombia, Ecuador y Panamá.

Las consideraciones que manejó la corona para su creación giraron en torno a dos hechos esenciales. En primer lugar, la zona era la más importante del continente en cuanto a la producción aurífera. En segundo lugar, su situación estratégica entre los dos océanos y puerta de entrada a la América del Sur, le permitiría enfrentar mejor el contrabando y los ataques de piratas y filibusteros del Caribe.

En cuanto a la población del virreinato, señala Carlos Malamud: "A lo largo de la centuria, la población del virreinato fue en constante aumento, estimándose una tasa de crecimiento para el último cuarto del siglo del orden del 1,5 por 100 anual. Según el censo de 1778, la población del virreinato, con exclusión de los territorios integrados en la Audiencia de Quito, ascendía a 742.759 habitantes. W.P.McGreevey estimó que la población de los territorios que forman la actual Colombia ascendía a 940.000 habitantes". Finalmente, la mayor concentración de población (62%) se encontraba en los altiplanos andinos colombianos.

1.5. El Virreinato del Río de la Plata

En 1776 se creó el virreinato del Río de la Plata, con capital en Buenos Aires e integrado por las gobernaciones del Río de la Plata, Córdoba del Tucumán, Paraguay y el Alto Perú. Este último fue incorporado con la intención de cubrir los gastos de su administración y funcionamiento con los ingresos fiscales provenientes de la producción de plata potosina.

La fundación de esta nueva unidad político-administrativa respondió esencialmente a factores internos y externos. En primer lugar, la rivalidad comercial entre Buenos Aires y Lima generó un clima de enfrentamiento y separación que amenazó los intereses económicos de la corona. En el ámbito externo influyeron tanto la presencia de contingentes portugueses en la estratégica colonia de Sacramento frente a Buenos Aires, como las incursiones de ingleses y franceses en la Patagonia e islas Malvinas del extremo sur.

VIRREINATO – ADMINISTRACION DE LOS VIRREINATOS.





2. VIRREINATO – ADMINISTRACION DE LOS VIRREINATOS.

Una vez concluida la conquista española de gran parte del Nuevo Mundo (1570, aprox.), la metrópoli se abocó a la explotación sistemática y reglamentada de las riquezas que albergaban sus nuevos dominios. A partir de la primera mitad del siglo XVI, se configuró la estructura administrativa que tendría a su cargo el gobierno de ultramar. A la cabeza de las instituciones creadas con ese fin se situaron dos órganos con residencia en España: la Casa de Contratación y el Consejo de Indias.

Para controlar a los vasallos de la lejana América y asegurar el cumplimiento de las leyes e instrucciones emanadas de Madrid se designaron diversos funcionarios, leales a la monarquía europea.

Veremos a continuación las características de los principales organismos y su funcionamiento entre los siglos XVI y XVIII.

2.1. La Casa De Contratación.

La Casa de Contratación de Sevilla fue creada por los Reyes Católicos en 1503, para administrar y controlar todo el tráfico con las Indias al declararlas mercado reservado de Castilla. Nadie podía ir a América ni fletar ninguna mercancía para las Indias sin pasar por la Casa de Contratación de Sevilla; y toda mercancía procedente de las Indias debía pasar por el control de esa institución y pagar allí el impuesto del 20 % a la Corona.

En 1717, se traslada la Casa de Contratación a Cádiz, porque el puerto de Sevilla, fluvial, iba quedando impracticable por la sedimentación.

Y en 1790, fue suprimida la institución, porque ya se había liberalizado el comercio con las Indias en 1778 debido a las ideas fisiocráticas preliberales de los ilustrados.

La Casa de Contratación tuvo atribuciones políticas especialmente en el orden fiscal, jugó un papel importante en el ramo de la administración comercial y judicial y, además, se constituyó en un impulsor poderoso para el estudio de la geografía americana y de la ciencia náutica de la época. Para el cumplimiento de las citadas atribuciones se fueron agregando, a lo largo del siglo XVI, una serie de nuevas normas a las ya establecidas en 1503.

Entre 1510 y 1511 las funciones de este organismo adquirieron una mayor especificidad en cuanto a la organización de expediciones colonizadoras, revisión de las naves, vigilancia sobre las mercancías y supervisión de los bienes de personas fallecidas en América.

También se encargó a la Casa la inspección y orientación de los emigrantes al Nuevo Mundo, de modo que no pasasen a Indias "individuos indeseables" (judíos y moros, entre otros).

El cometido más conflictivo de la Casa de Contratación, en cuanto a sus competencias, fue la intervención en los temas judiciales, pues se confundía con las jurisdicciones otorgadas a las Audiencias americanas y al Consejo de Indias, creado en España en 1524. En 1539 se dictaron las ordenanzas que fijaron la injerencia de la Casa en materia judicial reservándole las causas civiles y las derivadas del tráfico comercial con las colonias.

Esta institución mantuvo también atribuciones hacendísticas a través de la cobranza y administración de determinados gravámenes sobre el tráfico marítimo. Por ejemplo, la avería fue un impuesto, vigente desde 1518, destinado a sufragar los gastos originados por el mantenimiento de buques de guerra en la ruta de Indias, para de esa manera proteger a los navíos mercantes que trasladaban las riquezas de América hacia la península.

Los aspectos científicos y náuticos de la navegación al Nuevo Mundo fueron una preocupación más de este organismo, interesado en conocer todos los detalles de los viajes y descubrimientos de ultramar. En 1508 se creó el cargo de piloto mayor, cuya misión consistía en preparar a los tripulantes para la dirección de navegaciones a Indias y examinar a todos aquellos que pretendiesen pilotar una nave rumbo a América. Especial interés tuvo la confección de cartas de marear con los nuevos territorios y rutas descubiertas; al igual que la fabricación y reparación de instrumentos náuticos. Como un paso más de esta labor capital, en 1552 se implementó la Cátedra de Cosmografía y Náutica que convirtió a la Casa en la primera y más importante escuela de navegación de la Europa moderna, resaltando el carácter científico de la misma.

2.2. El Real Consejo De Indias

Por real cédula del 14 de septiembre de 1519 se creó dentro del Consejo de Castilla una sección especial con el nombre de Consejo de Indias. El 1° de agosto de 1524 éste se organizó con carácter independiente y bajo la presidencia del cardenal Loaysa.

El Consejo no tuvo en sus primeros tiempos una residencia fija y generalmente seguía a la corte en sus desplazamientos. Cuando en 1561 el rey se radicó definitivamente en Madrid y se instaló en El Escorial, el Consejo lo hizo en el Alcázar Viejo y, más tarde, cuando se construyó el Palacio Real, éste pasó a residir en el Palacio de los Consejos.

El recién fundado organismo era la más alta autoridad legislativa y administrativa del imperio americano después del rey. Estaba dividido en tres departamentos; dos dedicados a materias de gobierno y uno de justicia. Los consejeros eran togados o bien de capa y espada, pero todos hombres distinguidos en el servicio de ultramar. El número de estos consejeros fue de cinco, con dos secretarios, un promotor fiscal, un relator, un oficial de cuentas y un portero.

El Consejo tenía funciones meramente consultivas. Los acuerdos adoptados sobre cualquier asunto, tras las respectivas deliberaciones, eran elevados al rey en un documento denominado consulta, en el margen del cual el soberano escribía su decisión final. Una vez conocida la voluntad real, se redactaba la disposición definitiva para su promulgación y ejecución.

El 25 de agosto de 1600, se estableció la Junta de Guerra de Indias, uno de los organismos más influyentes dentro del Consejo. La creación de ésta obedeció a la preocupación especial que requerían los negocios y materias de guerra. También, a semejanza del Consejo de Castilla, el de Indias tenía una Cámara, llamada de Indias, encargada de la distribución de mercedes y de proponer al rey los nombramientos en los oficios seculares y eclesiásticos (Real Patronato).

A comienzos del siglo XVII se conformaron, dentro del Consejo, cuatro secretarías, siendo las más importantes y duraderas las encargadas de los virreinatos de Nueva España y Perú.

La administración del Consejo de Indias progresivamente se fue tornando más lenta y burocrática. Además, durante el siglo XVII, la debilidad de los monarcas que entregaron el gobierno a funcionarios allegados a la corte (llamados Validos), influyó negativamente en la eficiencia del Consejo.

Las atribuciones del Consejo de Indias eran de una amplitud y de una variedad que comprendía todas las materias concernientes a gobierno, justicia, guerra y hacienda.

Las funciones de este organismo estaban resumidas en la ordenanza Nº2 de 1571, donde el rey establecía que "dicho Consejo tenga la jurisdicción suprema de todas nuestras Indias Occidentales, descubiertas y que se descubrieren, y de los negocios que de ella resultaren y dependieren".

En uso de sus facultades gubernativas, el Consejo proponía al monarca el nombramiento de los cargos de virreyes, presidentes de Audiencias, gobernadores, oidores, fiscales y, en general, todos los puestos significativos en América. Asimismo vigilaba el cumplimiento y la observancia de las normas dictadas desde la península. El Consejo podía proponer al rey la aprobación de nuevas disposiciones legales para Indias, así como la derogación o modificación de las existentes.

En el aspecto judicial, singularmente importante, esta entidad tenía jurisdicción civil y criminal en última instancia, pues entendía en las apelaciones contra las sentencias emitidas por las Audiencias americanas, la Casa de Contratación y los consulados de mercaderes de Indias.

En el terreno militar, el Consejo intervenía en todos los temas relacionados con la organización bélica y defensa de las colonias ultramarinas, expediciones de conquista y cualquier asunto relativo al plano castrense.

Hasta 1557 dispuso de competencia en las cuestiones de la hacienda indiana, fiscalizando las distintas cajas reales y disponiendo de los recursos generados por los nuevos territorios, recibidos a través de la Casa de Contratación.

Por último, cabe mencionar que la actuación del Consejo de Indias se caracterizó por un exceso de burocracia, una exasperante lentitud en la adopción de decisiones y muchas veces fue utilizado para satisfacer los intereses de sus propios consejeros.

VIRREINATO - PRINCIPALES INSTITUCIONES





3. VIRREINATO – PRINCIPALES INSTITUCIONES.


3.1. REALES AUDIENCIAS

La Real Audiencia fue el más alto tribunal judicial de apelación en las Indias, pues contó con jurisdicción civil y criminal y una amplia competencia extendida incluso al ámbito eclesiástico. Esto último debido a una de las facultades que el Real Patronato otorgó a la corona.

La creación de las Audiencias indianas, tuvo como principal objetivo reafirmar la supremacía de la justicia del rey por sobre la de los gobernadores.

Sobre la Audiencia sólo estaba el Consejo de Indias, al que únicamente se podía recurrir en los casos de mayor categoría. Al mismo tiempo, este tribunal real asesoró a la autoridad política del territorio asignado a su jurisdicción y se constituyó en un organismo consultivo de vital importancia para los virreyes y gobernadores.

Las Audiencias americanas estaban organizadas, al modo del Consejo de Indias, como autoridades colegiadas. Se componían de letrados profesionales que, en principio, fueron cuatro oidores y un fiscal presididos por el virrey o gobernador de la zona. Con el transcurso del tiempo el número de estos funcionarios aumentó en los territorios más extensos. Cada año, rotativamente, un oidor debía realizar viajes de inspección y judiciales por las provincias que formaban parte de la jurisdicción de la Audiencia.

La primera Audiencia indiana fue establecida en Santo Domingo en 1511. A partir de 1527 y hasta 1563, la fundación de nuevas Audiencias en México, Panamá, Guatemala, Lima, Guadalajara, Santa Fe, Charcas, Quito y Chile, marcó el proceso de la colonización y del poder monárquico en América. Su rango aumentó al hacérselas depositarias del sello real, tal como acontecía en las cancillerías peninsulares.

El avance de los conquistadores españoles a través del Nuevo Mundo y la voluntad de permanecer en él, obligó a la corona a dividir el territorio en unidades políticas administrativas que se denominaron gobernaciones. Estas generalmente fueron otorgadas al jefe de la hueste conquistadora por medio de las capitulaciones respectivas, y en general, confirmadas después por el rey como premio y a la vez como único medio de mantener cierto control sobre el desarrollo de la colonización. Al comienzo del período colonial este nombramiento tuvo un carácter hereditario.

Hubo muchos tipos de gobernaciones dependiendo de la naturaleza del territorio incorporado y del número y la actitud de la población nativa. Así, por ejemplo, existieron gobernaciones (Chile, Guatemala, norte de México) donde la permanente resistencia indígena convertía al gobernador a su vez en capitán general y a la gobernación en capitanía general.

El gobernador gozaba de atribuciones de gobierno y justicia, tenía autoridad para encomendar o repartir indígenas y tierras, poseía la jefatura militar y se beneficiaba de los productos de la región a su cargo.

El Cabildo fue un organismo representativo de la comunidad, que velaba por el buen funcionamiento de una ciudad y tenía jurisdicción sobre el territorio de la misma. El concejo o cabildo estaba compuesto por los alcaldes o jueces municipales y por los concejales o regidores. El número de los primeros oscilaba de uno, en las pequeñas poblaciones, a dos en las demás; el número de los segundos variaba según la importancia de las ciudades: en villas y pueblos solía haber de cuatro a seis; en las urbes destacadas ocho; en las capitales virreinales, doce o más

Los alcaldes ordinarios ejercían su mandato por un año, al igual que los regidores, aunque hubo casos de ciudades con regidores perpetuos nombrados por el conquistador-fundador o por el propio monarca. Durante los siglos XVII y XVIII la Corona, por necesidades económicas, vendió estas plazas al mejor postor.

Además de los alcaldes y regidores, el Cabildo se compuso de una serie de funcionarios entre los cuales se pueden señalar al alférez real (heraldo y portaestandarte de la ciudad), el depositario general (de los bienes en litigio), el fiel ejecutor (inspector de pesas y medidas y de los precios en tiendas y mercados), el receptor de penas (recaudador de multas judiciales), el alguacil mayor (jefe de la policía municipal), el procurador general (representante de los vecinos ante el Cabildo) y un escribano (o secretario que levantaba acta).

Las funciones del Cabildo iban desde el buen gobierno de la ciudad, el control del presupuesto y de las rentas del municipio y el correcto abastecimiento de víveres, hasta la persecución de la delincuencia y la administración de la justicia local.

El Cabildo trabajaba a través de sesiones, algunas de las cuales eran públicas y otras privadas. En circunstancias especiales se efectuaban cabildos abiertos, donde participaban los vecinos más connotados de la ciudad. Sin embargo, la norma general fueron las sesiones privadas.

A medida que la colonización española se consolidaba, en cada gobernación se designaba una serie de funcionarios subalternos. Los más numerosos e importantes fueron los funcionarios locales, y entre ellos el corregidor, originariamente titular del gobierno de una ciudad y su término. Este cargo coincidió, en líneas generales, con el de alcalde mayor aparecido en algunas regiones indianas.

Para el gobierno de los pueblos de indios se instituyó un cargo de menor categoría: el corregidor de indios. Este fue creado para intensificar la "acción civilizadora" entre los indígenas, favorecer su evangelización y evitar los abusos que sobre ellos ejercían a menudo los encomenderos.

Además de los mencionados existieron otros funcionarios de menor importancia dentro de la burocracia administrativa. Sus atribuciones fueron casi siempre de carácter local y escapan, por tanto, al marco general que entrega el presente software.

Por último, hay que precisar que a lo largo del siglo XVI se perfiló una clara evolución de los oficios públicos: considerados al principio como mercedes y recompensas a los conquistadores, con el transcurso del tiempo los más significativos fueron entregados a una burocracia asalariada en la que letrados y nobles peninsulares tuvieron un gran papel. Ello convirtió a la administración de los territorios americanos en instrumento apto y eficaz para afirmar el centralismo monárquico por sobre los intereses de las aristocracias locales.

VIRREINATO - ECONOMIA







4. VIRREINATO – ECONOMIA.

La minería en la América española fue el motor de la economía colonial. Tanto en el virreinato del Perú como en el de la Nueva España, las minas engranaron todo el comercio, marcaron los circuitos comerciales orientando la producción a los grandes centros mineros. Si bien, el cerro Rico de Potosí así como Zacatecas (México) contribuyeron con el erario español durante toda la época colonial, hubo otros ingresos que mantuvieron a flote la economía peninsular. La mesta textil y los tributos de las provincias europeas fueron los principales ingresos de la corona.

A medida que el gobierno y el control político de los virreinatos se normalizaba en América, el monopolio español se vio mermado por el comercio ilegal, el crecimiento económico y por el fortalecimiento del tribunal del Consulado, importante gremio comercial del virreinato peruano.

4.1. Minería

La minería en América logró dinamizar el control político y administrativo de las colonias, debido a que estas tierras aportaron el metálico más importante de aquellos tiempos: la plata. En el Nuevo Mundo solo se conocían ciertos metales (entre ellos la plata y el oro), pero no le otorgaban el uso que los occidentales le daban, ya que no existía el comercio (transacción entendida en términos occidentales) principalmente en los andes (en Mesoamérica existían los mindalaes, pero aún no se sabe a ciencia cierta si es que cumplieron una función mercantil). Los españoles trajeron los implementos y tecnología adecuada para una explotación a nivel "industrial", gracias también a la utilización de la fuerza indígena. Se cree que en la década de 1540 fue descubierto Potosí y recién en 1570 explotado a gran escala. La mita dejó su forma prehispánica para convertirse en una forma en la que los españoles podían obtener mano de obra barata (aunque con los años los indios lograrían prerrogativas y muchos beneficios en las minas). Uno de los pilares de la minería fue la fuerza de trabajo. Los indios mineros debían pasar entre una y dos semanas (cada mes o mes y medio) dentro de la mina, sin salir en ningún momento, hasta completar su trabajo. Su sueldo variaba de acuerdo a la especialización que tenía. Durante el siglo XVII los indios barreteros o los de faltriquera lograron cobrar elevados sueldos pues solo ellos lograban hacer el trabajo de manera eficiente.

Las técnicas para la extracción de plata mejoraban rápidamente. En un inicio la plata era separada de los demás metales a través de los hornos llamados huairas (en los andes), pero solo servía para la plata de alta ley (que por lo general se encontraba casi a ras del suelo), para la plata que se encontraba en las vetas más profundas este tipo de fundición no servía. En 1555 el español Bartolomé de Medina creó (en México) la separación de la plata a través del azogue (mercurio). El mercurio absorbe la plata siempre y cuando ésta se encuentre en estado de polvo o harina. "Esta acción daba como resultado una amalgamación llamada pella". Luego se separaba el azogue y quedaba la plata pura y de alta ley. Lo económico de este método es que el mercurio podía volver a utilizarse luego del proceso.

Nueva España tuvo que importar azogue desde la península a diferencia del Virreinato del Perú que contaba con la Minas de Huancavelica (Oropesa, las minas de Santa Bárbara). A partir de 1572 la producción de plata de Potosí se triplicó gracias al método de la amalgamación. Aunque la inversión fue elevada, tanto Potosí como Zacatecas daban dividendos altísimos, lo que impulsaba a varios hombres pudientes a realizar molinos para la trituración de metales, hornos para la fundición, etc. Los centros mineros fueron ciudades que rápidamente se convirtieron en emporios comerciales que engranaron todo un circuito comercial en el que se encontraban la ciudad de México (para Zacatecas y Guanajuato) y la ciudad de los Reyes (para Potosí, Cerro de Pasco y Huancavelica).

Hay que tener en cuenta que el monopolio comercial que estuvo alrededor de la minería se vio afectado rápidamente por el contrabando de materiales (azogue, hierro), reventa de minerales y sobretodo por la salida del mineral (plata) a través de embarques ilegales, como Arica, hacia mercados franceses e ingleses.

Principales minas del virreinato del Perú en la colonia:

Potosí: c. 1545
Pasco: 1567
Castrovirreina: 1590
Oruro: 1608
Cailloma: 1608
Laicacota: 1619
Lucanas y Parinacochas: 1630

4.2. Agricultura

Tanto en México como en el virreinato peruano la tenencia de la tierra se trastocó, así como el usufructo que se hacía de ella. Con la llegada de los españoles llegaron también productos como el trigo, olivo, vid, cítricos, animales de granja y aves de corral. Desde un inicio los indígenas fueron empleados en las faenas agrícolas y fue a través de esta práctica que pudieron pagar sus tributos hasta que dispusieran de circulante. Nuevas técnicas como el barbecho, la rosa y quema así como diferentes instrumentos les fueron dados a los nativos para que explotaran al máximo la agricultura. El cambio más significativo estuvo en lo que se refiere a la propiedad de la tierra.

Los indígenas tuvieron que adaptarse a este nuevo sistema que era diametralmente opuesto a las prácticas vernaculares, pues concebían el aprovechamiento de la tierra para beneficio común (a las comunidades indígenas les otorgaron tierras comunales para el pago del tributo, pero a su vez numerosos mitayos debían ir a trabajar a las tierras de hacendados en su calidad de encomendados o yanaconas). Un aspecto a tener en cuenta es que las tierras destinadas a la agricultura se encontraban relativamente cercanas a las ciudades debido a que muchos de los alimentos no aguantaban más de 5 días de camino sin malograrse. Alrededor de Lima, Veracruz, México, Guanajuato y Potosí hubo grandes hectáreas destinadas solamente a la producción local. Dentro de esta producción no se descuidaron los productos locales como el olluco, coca y la crianza de pavo (en Centroamérica). Hacia 1600 la producción local fue lo suficientemente estable como para sustituir las importaciones que se hacían desde España causando gran molestia a los comerciantes españoles. Es desde entonces que el comercio intercolonial empezó a tener auge, principalmente entre las regiones de Perú, Chile y Centro América.

Productos traídos por los españoles: ganado vacuno, lanar, caprino, porcino; cereales: trigo, arroz, cebada, centeno; vegetales: lentejas, frijoles, lechugas, col, espinaca, apio, espárrago, zanahoria, nabo, betarraga, rábanos, etc.; frutos cítricos.

Productos vernaculares que se continuaron produciendo: papa, maíz, oca, quinua, cacao, camote, ajíes, yuca, maní, algodón, coca, etc.

4.3. Los obrajes

Fueron de gran importancia tanto en México como en el Virreinato del Perú. Fueron centros laborales dedicados a la manufactura de textiles e hilos de lana, algodón y cabuya. En el Perú el primer obraje fue instituido por Antonio de Ribera en 1545. Su número creció rápidamente debido a que las vestimentas tenían gran demanda entre los indígenas mineros (de diferentes calidades: bayetas, jergas, frazadas, alforjas, medias, sombreros, costales). Su producción no pudo superar lo artesanal debido a que el monopolio peninsular no dejaba que se expandiera o que elaborara productos de mejor calidad. No obstante fueron una eficiente industria debido a que siempre tuvieron grandes pedidos provenientes de todas partes del virreinato, tanto en Nueva España como en el Perú. A ello hay que agregar la relativa independencia que tuvieron las colonias (gracias a las constantes guerras entre España y sus países enemigos), logrando que su economía fuera más autónoma, beneficiando en gran medida a los obrajes y demás centros de producción locales. Lo que sí mermó la industria obrajera fue la introducción de textiles ingleses, que por su precio mucho más bajo, lograron capturar el mercado en detrimento de los comerciantes locales.

Existían obrajes de diferentes clases: obrajes enteros: eran aquellos que podían operar más de 12 telares, en los cuales trabajaban indígenas forzados o aquellos que percibían un salario; medios obrajes: si no excedían los 12 telares, pero que contaban con un batán y molino (pagaban la mitad de la alcabala); y los chorrillos: contaban con seis telares o menos y carecían de batán, eran usualmente mantenidos por el miembro de una familia y solo producían tejidos de calidad burda.

4.4. Comercio

Establecido el control político y administrativo en las colonias, la corona se preocupó por que los habitantes del Nuevo Mundo sean incluidos en los circuitos comerciales con la península. Esta buscó tener el control monopólico de todos los productos y trató de frenar cualquier intento de comercio entre las colonias. Prohibió ciertas manufacturas pues éstas (telas, muebles, vinos, hierro, etc.) debían importarse de España, pero no logró este objetivo. Los circuitos comerciales que giraban en torno a la minería exigían mayor cantidad de productos, cantidad que los comerciantes españoles no estaban en capacidad de otorgar debido a las guerras entre España y países enemigos, así como por la forma como en que el Consulado Sevillano había dispuesto el comercio con América. Los galeones salían de Sevilla cargadas de productos hacia Portobello, lugar donde se efectuaba una feria anual. A ella debían llegar los comerciantes procedentes del Perú, pues las flotas se dirigían a Veracruz para ahí efectuar las transacciones con los comerciantes de la Nueva España. Durante el siglo XVII, tanto el Perú como México se fortalecieron económicamente, manufacturando sus propios productos e inclusive comerciando entre las colonias (circuitos: Acapulco-Lima-Valparaiso, Lima- Panamá-La Habana, etc.). Las ferias fueron desde 1700 un fracaso pero aún así se celebraron hasta la década de 1740. Uno de los símbolos del comercio intercolonial fue el llamado galeón de Manila.

Lo que se debe resaltar es la independencia económica que van teniendo las colonias durante el siglo XVII. Ello propiciará, años mas tarde, las reformas borbónicas y la posterior independencia americana. También hay que destacar que esta independencia económica tuvo que ver con el comercio directo que efectuaban las colonias con barcos llenos de mercaderías procedentes de Inglaterra y Francia. Para el caso peruano, fueron muchos los barcos que fondearon frente a las costas de Pisco y Arica a la espera de los compradores, que en muchos casos eran connotados funcionarios públicos (a los que les estaba prohibido hacer algún tipo de negocio). Inclusive, en estas estrategias comerciales, los comerciantes peruanos, por evitar el monopolio español, llegaron hasta la misma Sevilla para realizar compras. Los llamados peruleros fueron en varias ocasiones a las costas españolas a comprar productos por menor precio. Fueron finalmente prohibidos este tipo de viajes pues ocasionaba grandes pérdidas a la corona.

4.5. Instituciones económicas

Tribunal de Consulado:

Fue un juzgado privativo constituido en Lima (por real Cédula del 29- XII-1593) por el gremio de los comerciantes para atender a los litigios y juicios a los que dieran origen las transacciones comerciales y mercantiles. Se instaló recién el 13 -II- 1613 a virtud de una provisión dictada por el Virrey Marqués de Montesclaros. Según sus ordenanzas debía efectuar cada año una junta general y designar 30 electores, a quienes le correspondía elegir un prior, dos cónsules y seis diputados que representarían al gremio. Controló el crédito público, al distribuir entre el gremio los donativos o empréstitos exigidos por la corona y recabó los impuestos. De igual manera, reguló las tasas y aranceles, fijó el precio de las mercancías, fletó navíos y armó la escuadra que defendía los barcos que desde Panamá llegaban al puerto del Callao con mercancías. Fue suprimido en 1822 y en su lugar se creó la Cámara de Comercio de Lima. Sin embargo, fue restablecido en 1829 y disuelto definitivamente en 1866.

4.6. Impuestos coloniales:

La alcabala: Gravaba todos las operaciones de compra-venta. Inicialmente consistía en el 2% con excepción de los productos indígenas (que no eran gravados con impuesto alguno). Dentro de las medidas de las reformas borbónicas las tasas se elevaron al 4% y luego al 6%. Debido a las protestas y revueltas indígenas, volvió al 4%.

Almojarifazgo: Derecho aduanero que consistía en el pago de un impuesto que iba entre el 2,5 hasta el 7% de los productos que entraban y salían del virreinato. Además de este pago se realizaba otro llamado avería, que consistía en la recaudación de un fondo para armar la flota que protegía las embarcaciones comerciales.

Quinto real: Derecho que se atribuía el monarca para quedarse con la quinta parte (20%) de la producción minera americana. Cuando Potosí decayó en el siglo XVIII se redujo su taza al 10% (llamado diezmo).

Tributos: Los indígenas debían abonar mensualmente, anualmente, o como lo requiera el corregidor un tributo que podía ser en productos agrícolas o en circulante. Las castas y mestizos debían pagar un tributo pero fue menor que el impuesto aplicado a los naturales.